Estaba
solo, era un niño de más o menos tres años. No podía acercarme a el. Lo vi
caerse, rendirse y no pude hacer nada.
Durante
toda esa noche, no pude dormir, solo podía imaginarme a ese niño desnutrido sin
vida ni vitalidad.
Años
más tarde, cuando ya lo había superado, me volvieron a recordar aquel día, no
pude soportarlo y durante esa noche dormí para siempre.
LUIS MARCOS FERNÁNDEZ. 4º
ESO
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