¡Cogí la escopeta y lo apunté!
Vi que sus ojos estaban encharcados en lágrimas y que él me decía una y otra vez: "¡No me mates, por favor!. Si me matas mi familia se morirá de angustia, y tú te estarás matando por lo que me has hecho a mí y a mi familia."
Solté la escopeta y lloré con él. Me dí cuenta de que la paz es lo más importante que puede haber, ya que matando a una sola persona matas a cientos, y te matas a tí mismo.
Tania Pérez Peláez - 1º ESO
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