sábado, 16 de febrero de 2013

Guerra en Crimea



Yo estaba en mi casa, hasta que un terrible ruido despertó mi curiosidad por lo que estaba pasando ahí fuera. Algo me decía que algo malo había pasado, porque ese ruido no era de un coche que se hubiese estrellado o el ruido de un tractor, no, ese ruido era el de pistolas y metralletas, ese ruido era de una guerra que había empezado.
Yo estaba muy preocupada porque mi hijo había salido a trabajar como todo joven  en Kerch (Crimea).
En ese momento decidí ir a buscarle porque tenía miedo a que le hubiese pasado algo malo, pero pensé mejor las cosas y me quedé en casa hasta que la guerra que estaba sucediendo en ese momento se calmara un poco.
Pasadas unas horas, el combate había cesado, pero en ese momento vi a muchas mujeres llorando desesperadas por la muerte de sus queridos. Al ver a tantos hombres tirados en el suelo salí corriendo de mi casa directa a el montón de hombres que había fallecidos por culpa de la guerra.

Busqué y busqué  a mi hijo por toda la zona pero no lo encontraba, yo estaba histérica. Caminé unos kilómetros más a la derecha y allí estaba él tirado en el suelo, con la cara bañada en sangre. Reaccioné muy serena al principio porque no sabía que hacer pero pasados dos segundos me eché a llorar y cogí  a mi hijo entre brazos, no quería despegarme de él.

Esta guerra … yo no sabía que iba a comenzar, en este combate murieron muchos inocentes y uno de ellos es mi hijo, la guerra no va a cesar tan pronto, va a seguir adelante, pero, ¿ por qué tener que llevarnos a las manos las armas y no poder hablar las cosas para no causar muertes injustas?.

Rebeca López Álvarez 3º ESO.

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