Alistado en el
ejército inglés, para enfrentarme contra cualquier país que intentara
entrometerse en el mío y a todos los que mi país quería conseguir.Cierto día
nos dirigimos a Rusia toda la infantería
para luchar en el frente. Nos habíamos despedido de nuestras familias y amigos
sin saber si volveríamos a verlos.Cogimos la artillería,
escopetas, balas, cinturones… y con paso firme dejamos todo atrás, para iniciar
camino e irnos de allí y pensando todo lo que dejábamos atrás.
Tras varios días
caminando y sin saber cuando llegaríamos, cansados y observando inmensidad de
ciudades destruidas y gente muriéndose o muerte, por fin llegamos a nuestro destino.Cogí mi escopeta y
apuntando hacia el frente contrario disparé hacia ellos sin importarme la
condición del destinatario de las balas, sin pensar en todas las personas a a las
que podía destrozar al apretar a que gatillo, viendo a la vez a mis compañeros
morir por disparos.
De repente, cuando
iba a disparar de nuevo, no pude. Algo
me lo impedía. Al ver la imagen que tenía delante me di cuenta de que no podía hacerlo
y que debía irme de allí.Sin pensarlo más,
cogí y me fui corriendo para que ninguna de aquellas balas sin sentido que viajaban
por el aire me atrapasen.Me metí en una casa
para refugiarme. Allí había una mujer con unos niños, que se asustaron al verme.
Gritaban y suplicaban que no los matara. Sin pronunciar una palabra me fui de allí
y cuando salí, con el ímpetu de mi carrera choqué contra un niño soldado que luchaba para el otro bando
empuñando una escopeta que apuntaba hacia
mí.
Sin dudarlo accionó el gatillo de su arma… Ya no tengo miedo, he alcanzado la paz.
Sin dudarlo accionó el gatillo de su arma… Ya no tengo miedo, he alcanzado la paz.
Elena 4º ESO
Fuente imagen: http://www.vadehistoria.com/primeraguerra/prima2.htm
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